I N S T I T U T O O S C A R M A S O T T A 2
D e l e g a c i ó n R í o G a l l e g o s
EL NIÑO Y LOS CONSUMOS
(Texto
publicado en el diario La Opinión Austral, el día 15 de Abril de 2015)
Autor: Lic. Mariana Filippo
(Miembro Docente de la Delegación Río Gallegos del I.O.M.2)
(Miembro Docente de la Delegación Río Gallegos del I.O.M.2)
“La
experiencia de la infancia en nuestra época es más solitaria que en
el Siglo XX” refiere el psicoanalista Eric Laurent en la
conferencia “El psicoanálisis y la crisis del control de la
infancia”i Aseveración fundamentada en diversos factores, entre
ellos, la movilidad parental, ya sea por las dificultades de los
padres para insertarse en el mercado laboral, la llamada al trabajo
de las mujeres como nunca se vio antes.
A lo antedicho se agrega,
la reducción del número de hijos en las familias, abuelos que –si
bien con mayor longevidad- viven más lejos. Por otro lado, si bien
tenemos las familias recompuestas que si bien resuelven algunos de
estos problemas, a su vez, producen nuevos.
De esta manera la
infancia se ve más afectada por el individualismo de masa de la
época. Son niños más solitarios, que pasan un tiempo considerable
en chats, juegos en red, frente al televisor, etc. “Todas estas
pantallas miran a la infancia, los cuidan, instalan una dependencia
que el niño reencontrará cuando sea más grande en las ofertas del
mercado de las drogas adaptadas a la adolescencia”.
La industria de
producción de niños
Aquí lo que queda
velado, es la condición del niño producido como objeto, objeto de
goce. Cuestión que resulta más evidente en nuestra época gracias a
los aportes de la biología
que ha separado la filiación de la gestación de un niño.
que ha separado la filiación de la gestación de un niño.
Mientras en el Siglo XX
se trataba de la reproducción asistida, en el Siglo XXI tenemos una
procreación inventada, un nuevo modo de introducir líneas
reproductivas. Por ejemplo, a partir de células madres tomadas de
dos hombres se puede formar un embrión con el código genético de
ambos.
Diversas técnicas que
hacen a una verdadera industria de producción de niños, lo cual
implica un control de calidad en todos los niveles, dado que el
fantasma que la rodea, y está en todas partes, es el deseo de
producción de un niño con cero defecto. En esta voluntad de defecto
cero hay una multiplicación enloquecedora de controles y normas para
la infancia en gestación, vale decir, una infancia bajo control
desde el mismísimo momento de la procreación.
Aún en las sociedades no
regidas por las leyes del mercado, hay sistemas de control de la
producción de niños. Tal es el caso de China, la imposición del
hijo único tiene sus efectos colaterales no sólo en la
generalización de la corrupción sino en la depresión de las madres
y exilio voluntario para tener hijos fuera del país. En Turquía, se
impuso la obligatoriedad para las mujeres turcas de tener tres hijos,
cuando allí el promedio era de dos, muy cercano a las cifras
europeas. Por otro lado, vemos al niño erigirse como objeto de lujo.
En Alemania, un tercio de las mujeres no quieren hijos en
contrapartida, se ha vuelto un objeto de lujo para otras! O dicho por
un economista de Singapur, refiriéndose al estilo de vida: “El
costo de un niño supera claramente su utilidad” Vemos entonces que
a menor utilidad, más se convierte el niño en objeto de pasión.
La crisis del control
de la infancia y sus síntomas
De lo más particular
resulta el enloquecimiento con los niños respecto de las etiquetas
médico legales. En Estados Unidos, la ayuda social debida a un
diagnóstico psiquiátrico se ha multiplicado 35 veces en los niños,
entre 1987 y 2007. “Ahora el trastorno mental de los niños es la
causa principal de su deshabilidad” mucho más que las minusvalías
otrora reconocidas como retraso psicomotor o síndrome de Down (las
cuales habían dado origen a estos programas de ayuda).
En ese sentido, desde la
implementación del controvertido DSM IV se impusieron tres
epidemias que no se pueden - ni han querido- controlar: autismo,
trastorno de déficit de atención y trastornos bipolares. Frente a
los efectos perversos de las clasificaciones no basta con la
multiplicación de las instancias de control, ni con la reducción de
criterios que conduzcan a ese diagnóstico para disminuir el
porcentaje de rotulados.
La crisis del control y sus síntomas, da lugar a la voz del
sujeto niño en los recovecos de los discursos establecidos, y hace
posible al analista de responder a lo que se puede escuchar, en lugar
de silenciar.
Auspicia: U.N.P.A – U.A.R.G – Colegio de Psicólogos de Santa Cruz – Biblioteca Austral de Psicoanálisis
Informes: (02966) 15459476 – 15466777 – 15690793
E-mail: bapriogallegos@gmail.com
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