miércoles, 6 de julio de 2016

Psicoanálisis y Literatura - Julio de 2016

I N S T I T U T O   O S C A R   M A S O T T A 2
D e l e g a c i ó n   R í o   G a l l e g o s


PSICOANÁLISIS Y LITERATURA
"El Cuervo" ...entre el misterio y la revelación
(Texto a publicado en el diario La Opinión Austral, el día 06 de Julio de 2016)

Autor: Lic. Eduardo Blanco
(Miembro de la Delegación Río Gallegos perteneciente al I.O.M.2 y de la A.B.A.P.)

Entre los diversos estilos literarios, la obra de Edgar Allan Poe ofrece una íntima vinculación entre el deseo, la muerte, lo siniestro y la tragedia del amor.

Particularmente su obra “El Cuervo” (un poema narrativo, publicado por primera vez en 1845), tantas veces mencionado y reconocido en la propia literatura como en estudios literarios, expresa de manera singular el deslizamiento de los términos antedichos, al tiempo que cada enunciación se desplaza entre el dolor, el misterio y la revelación.

Este juego entre lo oculto y lo revelado es representado, en un movimiento subjetivo particular, en el personaje principal de esta obra; en el que se reflejan inquietantes búsquedas de reflexión, ante extraños acontecimientos que ocurren en la escena.

Este personaje, denominado por algunos estudios como el amante afligido, describe una noche en la que se encontraba sólo en su habitación, entre sus libros, mientras reflexionaba y recordaba con tristeza la muerte de su amada Leonora.

Ante la inconciliable familiaridad de la perdida de su amada, el principio de realidad parece esforzar el trabajo de representar y nombrar -a partir de la razón- tal afecto innombrable: “¡Leonora!”, “como los ángeles llaman…y a la que aquí nadie volverá a llamar…”.

Es recurrente al final de los primeros párrafos del relato la expresión: “es eso y nada mas”; expresión que parece delimitar un sentido posible ante los sucesos que acontecían en la habitación.

Mientras tanto, “la lúgubre media noche” lo sorprendía: “...escuché de pronto un crujido en mi puerta”. Ante lo cual y frente al latido de su corazón, el personaje responde: “debe ser algún
visitante que desea entrar en mi habitación… es eso y nada mas!”.

Podemos aquí articular con las elaboraciones de Sigmund Freud sobre el sentimiento de lo Ominoso (o Siniestro, según la traducción): lo ominoso constituye aquel sentimiento oscuro y sin sentido, que debe permanecer oculto.

Sin duda, si hay un deseo posible en el texto, es el de reencontrar a su amada. Pero allí, el horror, poco a poco toma consistencia; “y entonces abrí la puerta, y ¿que es lo que vi? ¡Las tinieblas y nada más!”; “…pero el silencio no fue turbado y la movilidad no dio ningún signo…lo único que pudo escucharse fue un nombre murmurado: ¡Leonora! Era yo el que lo murmuraba y, a su vez. El eco repitió ese nombre ¡Leonora! ¡Eso y nada más!

En este momento de la narración, un miedo inespecífico, un sentimiento extraño domina la escena. Hasta la aparición de una imagen inaudita: el cuervo. Ese pájaro que ingresa por su ventana, se posa sobre “busto de Palas” y desde allí repite una y otra vez “¡nunca mas!”.

Nuevamente el personaje, ante tal “infortunada” aparición, intenta “encadenar las ideas, buscando lo que auguraba el pájaro…”; lo que aquel “...pájaro de los antiguos tiempos quería hacerme comprender al repetir ¡nunca mas!”.

¡Para que olvides tus tristes recuerdos de Leonora!” Exclamó y el cuervo dijo: “¡nunca mas!”.

El recorrido del texto, permite destacar el intento por nominar la ausencia. “...¡es eso y nada mas…!”. El principio de realidad parece buscar en la claridad del pensamiento explicaciones posibles acerca de lo que acontecía, para evitar la angustia el horror que conlleva confrontar con el vacío de significación, es decir vacío de todo tipo de sentido posible. 

Podemos preguntarnos por esta vía, si ¿es la presencia del cuervo, que llega para quedarse, el signo de aquello que debía permanecer oculto?

La racionalidad y la reflexión, se sostiene en el personaje como algo provisorio. Por otro lado la pérdida de su amada, sostiene lo imposible de nombrar; mientras que la imagen de lo inaudito aparece fuera de toda referencia y sentido posible.

Respecto de la perdida, Jacques Lacan en el Seminario 10 “La Angustia” (2006; Ed. Paidós), sostiene: “no hay imagen de la falta sin la autentificación del Otro”. Es decir, poder simbolizar y elaborar una falta, un vacío, un agujero o una pérdida, no es sin el recurso al Lenguaje que nos proporciona el Otro (Otro con mayúscula: Mundo Simbólico que se inicia con la Madre primordial -no necesariamente la biológica- y llega hasta lo Social) Es entre las fisuras, en las fallas de ese acceso a lo Simbólico (que nos permite nombrar la ausencia) donde emerge lo Ominoso. De allí que Lacan afirme: lo unheimlich, es lo que surge en el lugar en donde esta la falta (…) puesto que no hay imagen de la falta”.

El cuervo, aparece allí, como una presencia ajena, ante el sin sentido del que no podrá librarse NUNCA MAS.

Auspicia: U.N.P.A – U.A.R.G – Colegio de Psicólogos de Santa Cruz – Biblioteca Austral de Psicoanálisis
Informes: (02966) 15459476 – 15466777 – 15690793
E-mail: bapriogallegos@gmail.com
Facebook: /iom.riogallegos

0 comentarios:

Publicar un comentario