miércoles, 14 de octubre de 2015

El juego en la práctica analítica - Octubre de 2015

I N S T I T U T O   O S C A R   M A S O T T A 2
D e l e g a c i ó n   R í o   G a l l e g o s


EL JUEGO EN LA PRÁCTICA ANALÍTICA
(Texto publicado en el diario La Opinión Austral, el día 14 de Octubre de 2015)

Autor: Lic. Ariel San Román
(Responsable Local de la Delegación Río Gallegos del I.O.M.2)


A- El juego es uno de los recursos con que se aborda, en el dispositivo analítico, la práctica con niños. Es una herramienta de la que se dispone para el diagnóstico diferencial, si bien no es la única. Es por ello que hay que especificar su lugar, su función y su valor en la clínica. 
Se parte de la premisa que el juego es una aparto de goce. Aparato, en tanto valor de artefacto, como un conjunto de instrumentos para ejecutar un trabajo, es decir, que tiene un valor de uso y permite cumplir una función. De goce, porque el juego implica una satisfacción desde la perspectiva freudiana: no sólo de placer se trata, sino también de un más allá que la liga a un displacer. 
El juego, producto del lenguaje, es un marco simbólico que le permite a los sujetos abordar la realidad. Su característica es operar a través de las palabras y los semblantes para atrapar, captar y aprehender aquellas contingencias y experiencias que lo exceden y avasallan. 
B- Siguiendo la huella de Freud, podemos concebir del aparato psíquico (en una reducción acorde a éste espacio de divulgación), en tanto su tarea es ligar la energía pulsional, aquellas excitaciones que parten desde el cuerpo, con las representaciones psíquicas, las huellas que hacen al lenguaje y lo simbólico. Ello, precisamente, es lo que nos diferencia de las computadoras: el lenguaje se encarna en el cuerpo, lo afecta y tiene incidencias. El juego, entonces, es otro modo de tratamiento de aquello que concierne al cuerpo y debe ser tramitado por lo simbólico. Al producirse este anudamiento, es que el juego cobra valor por su utilidad, obteniéndose una ganancia de placer, al hallar el niño un modo de regular, delimitar y orientar esas sensaciones corporales que, si quedan a la deriva, pueden provocar diferentes tipos de manifestaciones clínicas. 
Freud descubre que en ciertos juegos, lo que se repite es una vivencia penosa para el sujeto. Es por ello que considera que dichas experiencias traumáticas pueden ser asumidas gracias al juego, al volver activo lo que el sujeto padeció
pasivamente. 
Otra de las consecuencias de la exploración freudiana, es que el juego sirve para precisar -en su despliegue y variaciones- el punto donde se aloja una satisfacción anudada a una repetición. Puede presentarse, en la práctica clínica, una diversidad de juegos pero lo que se satisface es siempre lo mismo. Ello nos orienta respecto de lo que allí se localiza como la posición de goce del sujeto. 
C- En el texto “El malestar en la cultura”, Freud describe que para que un sujeto pueda circular dentro de la cultura es condición necesaria que pueda renunciar a ciertas satisfacciones para poder construir un lazo social al sus semejantes. Alguien que no consienta a renunciar a una satisfacción directa de sus deseos y motivaciones, es difícil que pueda construir un lazo respetable al otro; algo que es comprobable en la observación directa de grupos de niños... Esta renuncia, esta pérdida del objeto de satisfacción primordial, es esencial para que sea posible la existencia del juego. Y de ahí su importancia en la valoración diagnóstica, ya que lo que se pone en escena en la representación del juego es cómo operó esta renuncia y cómo el sujeto intenta recuperar algo de aquello perdido.
Uno de los soportes que nos permiten leer el montaje de la escenificación del juego es la estructuración de la constitución subjetiva del sujeto. Vía el juego, podemos vislumbrar cómo se inscribieron los lugares y las funciones simbólicas elementales que regulan y ordenan el funcionamiento del aparato psíquico, la construcción del cuerpo, los lazos con sus semejantes y su relación al Otro social. 
En el análisis con niños la escena puede armarse a partir del despliegue de un juego o de una serie de dibujos, o aún del discurso que acompaña ambas producciones. Si la escena se arma, allí se verá ponerse en juego la repetición en su doble dimensión: la trama simbólica familiar en la que se encuentra inserto y el modo pulsional en que goza de su cuerpo. En la práctica clínica, se constata que aquellos sujetos en los que no han operados dichos lugares y funciones simbólicas, tienen dificultades o están imposibilitados para el armado de una escena vía el juego. 
D- Asegurar en el trabajo con niños la localización de sus modos de gozar, que conlleva una regulación en relación al cuerpo, como develar su posición dentro de la simbólica familiar, implica que el niño pueda disponer de las herramientas necesarias para que cuente con los recursos que le permitan transitar una niñez más salubre y digna ante sus semejantes y sus referentes.

Auspicia: U.N.P.A – U.A.R.G – Colegio de Psicólogos de Santa Cruz – Biblioteca Austral de Psicoanálisis
Informes: (02966) 15459476 – 15466777 – 15690793
E-mail: bapriogallegos@gmail.com
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