miércoles, 9 de abril de 2014

¿Hablar menos? - Abril de 2014

I N S T I T U T O   O S C A R   M A S O T T A 2
D e l e g a c i ó n   R í o   G a l l e g o s


¿HABLAR MENOS?
(Texto publicado en el diario La Opinión Austral, el día 09 de abril de 2014)

Autor: Lic. Ariel San Román
(Responsable de la Delegación Río Gallegos del  I.O.M.2)

A- Por estos tiempos, fuimos bombardeados por una publicidad sobre una aplicación, que funciona como red social, para dispositivos de comunicación móviles, conocidos por smart phones. En ella puede verse a un joven intentando explicar sus sentimientos a un partener -indefinido, pero en el cual, vía la cámara subjetiva, el espectador (y futuro consumidor) es puesto a ocupar-, embrollándose cada vez más y más con sus palabras, donde su torpeza -o su inconsciente, diría Freud- lo lleva a esa paradoja que se define como: no decir todo lo que uno quiere decir pero decir más de lo que uno quiere decir. Es en ese momento que hace aparición un “emoticón” que lo gopea literalmente, seguido del slogan: “habla menos, (nombre de la aplicación) más”. Eslogan que podría traducirse como: prescindí de la palabra, utilizá la imágen”.
Esta publicidad es paradigmática con respecto a ese no tan extraño fenómeno, cuyas raíces la encontramos con el surgimiento de la Televisión, pero que en esta época standarizada por la democratización de la tecnología se ha potenciado en sí misma: el empuje a la fascinación por la imagen.
B- Para el psicoanálisis, bajo el esclarecimiento de Jacques Lacan, la fascinación por la imagen del propio cuerpo es, en un momento crucial de nuestras vidas, totalmente necesaria. Lacan -en su revisión del concepto de Narcisismo de Freud- centra en dicha fascinación, en
las edades iniciales de la constitución subjetiva, el punto nodal para la constitución del Yo, para la obtención de una representación psíquica que pueda, valga la redundancia, servirnos para representarnos -como entidad- ante los otros. Decir “yo”, es una construcción subjetiva que puede estar teñida de obstrucciones, detenciones, fijaciones que tienen una amplia gama de manifestaciones a nivel psicopatológico. Pero, como Lacan precisa, es fundamental salir de esa fascinación para dar un tránsito digno a nuestra existencia. El imperio de la imagen, o en términos precisos, de lo Imaginario, tiene siempre el sesgo de lo ilusorio y el engaño.
Escuchen, si no, a toda persona “narcisa” que de lo único que hablan es de sí mismos; o cuando alguien -en plena tarea de seducción, sobre todo- se define a si misma, comenzando con la frase “Yo soy...”. ¿Qué encontramos finalmente, cuando esa imagen que dan de sí mismos cae, y se devela lo que ella encubre? El engaño, consciente o no. El punto ilusorio donde de lo que hablan es más de lo que ellos quieren o fantasean ser, que lo que realmente se es.
C- ¿Qué se es?, sería la pregunta. Como en el viejo programa de Soldán, “paso”. Mejor, preguntémonos en qué se sostiene dicha pregunta. As bajo la manga: en un cuerpo.
D- ¿Qué es un cuerpo? ¿Será tal vez, el cuerpo de la Ciencia, un cuerpo reducido a un texto -como lo es el código genético- sin nadie que lo habite? Es la radicalización del la separación mente/cuerpo cartesiana, donde la subjetividad queda aniquilada en tanto reducida al gen (¡Encontramos el gen de la violencia!, se regodean... ¿Acaso un niño maltratado en su infancia, va a tener una conducta salubre sólo porque sus genes así lo determinan? ¡¿Pero qué disparate es ese?! ).
Un cuerpo, para el psicoanálisis, es un organismo, mediatizado por la imagen y atravesado por la palabra. El cuerpo es algo que se habita y, paradójicamente, que nos habita. Es un texto, sí, pero no el de la genética, sino un texto construido por las palabras que nos nombraron, que nos acogieron cuando vinimos a este mundo, que nos dejan las marcas de cómo fuimos recibidos. Es un cuerpo con el que mantenemos diálogos, ya que él nos habla. Por supuesto, en una lengua extraña pero que es la nuestra. Es un cuerpo con satisfacciones y pulsiones, que -cosa que nos incomoda- alguna de ellas son contrarias a nuestra moral, y otras directamente nos llevan a la muerte. Un cuerpo con afectos, siendo el principal de ellos la Angustia. Aspecto que las terapias standarizadas de la cura, dejan de lado la gran parte de las veces. El cuerpo como construcción, como producto entre el cruce de un organismo y el Lenguaje. Un cuerpo que por más conocimiento anatómico que tengamos de él, poco sabemos qué hacer con él. Un cuerpo que a veces, enloquece.
E- La clínica nos enseña que cuando las personas cortan el lazo del cuerpo con el Lenguaje, lo que aparece son los rasgos mortíferos que lo condenan a la soledad o al estrago: satisfacción autista vía la Internet (hay personas que han muerto por ello), vía la adicciones, la violencia, etc.
Entonces, ¿hablar menos, como nos empuja la publicidad de más arriba? Eso es condenarnos a desaparecer en la estandarización del mercado, recluirnos en la soledad de la Pantalla, perder el lazo posible con los otros. Es, al fin al cabo, como lo muestra la publicidad, a ser violentados por la incipiente demanda a estar alienados a fascinación por la imagen de lo tecnológico. Es golpear nuestro cuerpo: hacer de él una nada.

Auspicia: U.N.P.A – U.A.R.G – Colegio de Psicólogos de Santa Cruz – Biblioteca Austral de Psicoanálisis
Informes: (02966) 15459476 – 15466777 – 15690793
E-mail: bapriogallegos@gmail.com

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