sábado, 18 de abril de 2009

Seminario Anual - Abril 2009

INSTITUTO OSCAR MASOTTA 
Delegación Río Gallegos


SEMINARIO DE ESTUDIOS CLÍNICOS:
EL PSICOANÁLISIS Y SU CLÍNICA, LOS DEBATES ACTUALES

Clase 3-  CONTRAPUNTO ENTRE HISTERIA Y OBSESIÓN
A cargo de Claudia Castillo
 
“Contrapunto entre histeria y obsesión” fue el título de la clase que ofreció Claudia Castillo, la interlocutora de la Delegación Río Gallegos, el sábado 18 de abril, en el transcurso del Seminario: El psicoanálisis y su clínica, los debates actuales. En el comienzo, Claudia C. destaca que la neurosis obsesiva está menos trabajada que la histeria por la mayoría de los autores y en esta clase pondrá más énfasis en la primera. Respecto de los síntomas obsesivos varios autores dicen que son intrapsiquicos o intrasubjetivos. Consideran un factor decisivo en la causación de la neurosis la anticipación temporal de la evolución del yo en relación al desarrollo de la libido.

Ya en 1895, en Las Neuropsicosis de defensa, Freud, infirió la importancia de las experiencias sexuales infantiles en la neurosis. Diferenció la histeria, en la que supone una posición pasiva ante la seducción del adulto, respecto de la obsesión que supone una posición activa, lo que explica el autorreproche.
En el historial del Hombre de las Ratas identifica la experiencia de seducción precozmente vivida acompañada de una actividad sexual placentera, la que luego sucumbe a la represión y ante el retorno de lo reprimido se manifiesta como una inquietante extrañeza por los propios deseos.
Los mecanismos de defensa típicos de la N. O. son (a diferencia de la histeria donde predomina la conversión) la anulación retroactiva, el aislamiento y la regresión. Estos
mecanismos se manifiestan 
- en la formación de síntoma, por ej. en el Hombre de las Ratas el fantasma del suplicio de las ratas sufrido por el padre o la amada
- y en los efectos a nivel discursivo que consisten en desligar a una representación de la carga afectiva original y por falso enlace queda ligada a otras representaciones nimias. A nivel del lenguaje se observa: prohibiciones sobre cosas triviales, mandamientos, ideas obsesivas, autoinjurias o autorreproches, plantea razonamientos pero no espera la respuesta del otro. Los pensamientos obsesivos implican un rechazo del Inconsciente, vale decir, rechazo a aceptar la falta.   

El síntoma obsesivo para Freud es el resultado del combate entre representaciones intolerables que se le imponen al sujeto y otras representaciones defensivas, resultando así una formación de compromiso entre estas dos tendencias.
En 1923, en El Yo y el Ello, la formulación de la segunda tópica le permite ver a Freud el papel de la pulsión de muerte en el síntoma. El síntoma  pasa a ser un modo de defensa ante la angustia, el objeto de la defensa será entonces la pulsión pero lo que la motiva es la angustia de castración y el modo de defensa va a definir el tipo de neurosis. En Tótem y Tabú, compara al obsesivo con el hombre primitivo por la reacción ante la muerte del padre: tras la  ambivalencia inicial está el autoreproche y la culpa se incrementa.
En “Función y campo  de la palabra…”Lacan aborda el hombre de las ratas.  Para él la defensa es cubrir la angustia con cualquier significante. Se lleva el goce a la contabilidad simbólica. Hay dos interrogantes que organizan la neurosis y la definen que son: “¿soy hombre o mujer?” para la histeria; o “¿estoy vivo o muerto?” para la neurosis obsesiva, es el sujeto mortificado por el deseo del Otro. Entonces Lacan supone que el aislamiento es una forma de ponerse el sujeto a resguardo del deseo del Otro (“no estoy para nadie”) y en la anulación se ven la pulsión y la defensa actuando una detrás de la otra, metonímicamente. Y la regresión, - agrega Claudia C.-  es una fijación a un modo de satisfacción pulsional que evita el encuentro con la castración pero queda a expensas del sadismo del superyó porque la pulsión mortifica por la falta de la dirección fálica.
Lacan en ese texto diferencia también la histeria y la obsesión por su posición subjetiva: en la histeria está mas presente la perspectiva del Otro; en cambio el obsesivo no incluye al Otro para defenderse de su deseo, de allí la idea de “intrasubjetividad” de los síntomas obsesivos.
Respecto de la dirección de la cura, se interroga por el modo en que opera la interpretación: en la histeria se trata de un desciframiento de las formaciones del inconciente en cambio el obsesivo vive atormentado por las ideas, entonces la interpretación de Freud apunta, por ejemplo a aportarle a la deuda imaginaria un nuevo libreto  simbólico  asociando la historia de la deuda del padre y la historia del sujeto.


Reseña: Isabel Giménez

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