jueves, 14 de agosto de 2008

El sin-sentido del sufrimiento en el niño*

 INSTITUTO OSCAR MASOTTA
DELEGACIÒN RÌO GALLEGOS


Para Jacques Lacan el hombre es el sujeto capturado y torturado por el lenguaje; habría que ver si esta misma definición es aplicable al niño y si el niño al que hoy nos referimos es aquel que observó Freud.
Para Lacan la única pregunta que Freud se formuló fue: “¿Cómo ese sistema del significante sin el cual no hay encarnación posible, ni de verdad, ni de justicia, cómo ese lugar literal puede tener influencia sobre un animal que ni sabe que hacer con él, ni puede curarse de él?”(1) Acto seguido relaciona de modo directo esta pregunta con el sufrimiento neurótico. Entonces podríamos decir que en principio, los niños de hoy y de ayer sufren de estar afectados por el lenguaje, por haber sido fonetizados por el Otro que de entrada les impone un nombre y una lengua.
Un niño de 9 años es traído a la consulta por problemas de conducta en la escuela. Su madre tuvo un trabajo del que se siente avergonzada y culpable frente a sus hijos. Contrariamente a lo que la moral burguesa podría suponer, no es algo referido al oficio de su madre lo que afecta a este niño , sino el lenguaje que utiliza el padre. Él que les dice palabras tales como: blasfemia, pagano, astucia, átomos, neutrones y otras en latín. El niño me explica en la segunda entrevista como está lleno de palabras que no le sirven para nada, a la hora de pelear con sus compañeros de escuela. Frente a su indefensión lleva un pequeño cuchillo y los amenaza…
Por otra parte, tal como lo venimos estudiando en el módulo de investigación del cual soy responsable, hay que distinguir sufrimiento de angustia. La angustia es lo que no engaña, es la dimensión Unheimlich que representa para el niño el deseo del Otro, es la presencia demasiado
cercana de la madre, es la señal que indica al sujeto la cercanía de lo real. Para Lacan a partir del Seminario X, la angustia tiene un objeto. Mientras que el sufrimiento es una defensa contra lo imposible, es una modalidad del decir que implica la impotencia y puede aplicarse a cualquier representación. Dice Marie-Hélène Brousse que el sufrimiento es pérdida de sentido, pérdida de la razón y tiene como acompañantes a la reivindicación, la acusación, la denuncia, la falta, la demanda. “El sufrimiento revela un punto de insoportable, ese soporte tomado en el Otro, ordenado por el sentido paternal y donde se rasga el velo del fantasma, es decir de la realidad (2)
Otro niño, pequeño, viene luego que yo hubiera tenido varias entrevistas con sus padres; se pasa a la cama de ellos, quiere mandar en todo, cuando no entiende un juego o no le sale se pone rojo de ira y quiere dejarlo, en el jardín juega con las nenas, no le gusta competir con los varones. Intento disuadir a los padres de traerlo, nada de esto es muy grave, seguramente va a pasar, pero sin embargo, expresan su impotencia para resolver estas cuestiones. Finalmente viene, se pone muy cerca para hablarme y dice tener que decirme muchas cosas, su madre a quién llama por su nombre, no como “mamá”, le ha explicado que aquí se viene a contar lo que a uno le pasa. Lo que le pasa que no implica para él casi ningún sufrimiento tiene que ver con algunas cuestiones que le pasan con su “hace pipí”, con poder entender de donde vino su hermanita y que papel tiene su padre en esto. Al contrario de Juanito, no hay ningún temor a ser mordido por el caballo, el padre no implica para él ninguna amenaza, la madre a quien seduce como a mí de distintos modos, es quién se angustia. El padre viene a las entrevistas muy dispuesto pero siempre está “muy cansado”. Hasta aquí no se trata más que de la problemática edípica tal como la construye Freud y como es reelaborada por Lacan en sus diversos seminarios. En cuanto al padre, en última instancia se trata del padre real que trabaja para mantener a su pequeña familia. (3)
Pero si volvemos al sufrimiento, creo que podemos ligarlo a los buenos o malos encuentros. Sobre el fondo de la homeostasis del principio del placer, aparece el trauma como algo que no se deja subsumir, que insiste, que obliga al niño, aunque no solamente, a recordar que la vida no es sueño.
Lacan toma la souffrance, en su doble vertiente que implica sufrimiento y espera, “la realidad está ahí sufriendo, está aguantada, a la espera”. (4)
Hay ciertos niños que han pasado por varias situaciones dolorosas y que sin embargo se angustian “cuando todo está bien”. ¿No es el temor a lo que podría volver a golpear desde la realidad lo que angustia? Pero a la vez, no buscan algunos niños volver a pasar una y otra vez por lo que los traumatizó.

Gustavo Stiglitz escribe en su artículo, “Adopciones” (5), “La clínica muestra que los padecimientos que llegan a los consultorios y a las instituciones no hacen diferencia entre hijos propios y adoptivos. En unos como en otros, la transmisión necesaria para lidiar con la vida ha funcionado mejor o peor. Ahí no hay diferencia.” Si bien acuerdo en todo con esta afirmación he podido constatar más de una vez como diferentes niños ó niñas que han sido adoptados hacen todo tipo de maldades, incluso robos, mentiras, etc. como si quisieran probar si sus nuevos padres van a abandonarlos también. Por supuesto, que siempre se trata del uno por uno y no de un prototipo que pretenda hablar del “niño abusado”, “niño adoptado”, “niño hiperactivo”, y la lista puede seguir.
Cómo metaforiza cada niño los malos encuentros que ha tenido en su vida no depende ni de la prevención, ni de las políticas sociales, ni de los “buenos oficios de la psicología” depende del anudamiento entre el deseo y el goce de cada quien y la posibilidad de que un grito se transforme en llamado dirigido a un Otro que pueda responder, que pueda alojar, que pueda acompañar.
Germán García en su libro Actualidad del trauma(6) cita un libro de Paul-Laurent Assoun, El perjuicio y el ideal: hacia una clínica social del trauma(7), allí el autor dice que la noción de trauma no deja de ser correlativa al deber de la salud, entonces, tenemos a alguien que ha sido perjudicado. Cita tres formas del trauma social moderno, la exclusión, la precariedad y el deterioro. Tres formas del desamparo descrito por Freud. Dice Assoun: “Sobre la base de que hay salud para todos, el aparato social hace del bienestar físico, mental y social un deber”.Agrega más adelante: “¿Cómo se las arregla el discurso social para tratar el síntoma? En principio por el camino de la psicoterapia construyendo entidades apropiadas para situar el malestar”.Luego concluye
con la explicación de que el estado pone a punto los instrumentos de evaluación, estadística y diagnóstico de déficit. Se hace una serie de preguntas y soluciones, por ejemplo: ¿Qué hacer con un síntoma o una discapacidad? Solución: crear una asociación. ¿Qué hacer con el trauma? Solución: ayudar a la víctima.
¿Toda esta argumentación no valdría para los niños?

Una vez, Eric Laurent en el contexto del CIEN, decía que lo interesante de los laboratorios y de ciertas maniobras en la ciudad que podían generarse a partir de estos, era que hacían posible el encuentro de un niño con un psicoanalista y no se sabía que consecuencias esto podría tener a posteriori, en la vida de ese niño.
En otro contexto, (8) Jacques-Alain Miller decía que “el encuentro con un psicoanalista, en su conjunto, hace bien, ya que el objeto psicoanalista es asombrosamente versátil, disponible, multifuncional” y a sólo a posteriori podrá decirse si una experiencia tuvo que ver o no con un psicoanálisis.
Mi pasaje por ciertas instituciones asistenciales públicas y privadas a lo largo del tiempo, me han demostrado que tiene consecuencias para un niño que uno pueda recibirlo desde el psicoanálisis, sin pretender nada de entrada por el bien de él desde nuestra solícita moral cultural. Aún hoy sigo recibiendo cada tanto a una mujer, ahora tiene 36 años, que alguna vez, hace mucho tiempo, atendí, en el Hospital Pedro Elizalde en el que hacía una concurrencia, en ese momento esa niña / asolescente, tenía 15 años.
Para concluir, pienso que el sufrimiento infantil se presenta bajo nuevos ropajes que responden a modos de construcción de lo social, como transformar ese sufrimiento en llamado que se dirige a un psicoanalista será la apuesta a jugarse en cada caso.


Claudia Castillo
Módulo de investigación sobre infancia del Centro Descartes.

* Trabajo presentado en Las XV Jornada del Centro pequeño Hans, “Síntomas actuales y problemáticas clásicas en el sufrimiento infantil” 2007




Notas:
(1) Jacques Lacan El Seminario libro III Las psicosis, clase XIX (16 de mayo de
1956) Conferencia:”Freud en el siglo”
(2) Marie-Hélène Brousse “¿De qué sufrimos? En revista Virtualia (2002)
(3) Autores varios. Revista Lacaniana Nº especial 5/6 “Los nombres del padre”
EOL 2007
(4) Jacques Lacan El Seminario libro XI Clase V(12/02/1964) “Tyche y automatón
(5) Gustavo Stiglitz en Revista Lacaniana antes citada.
(6) Germán García Actualidad del trauma Grama ediciones 2004
(7) Paul Laurent Assoun El perjuicio y el ideal Editorial Nueva vision
(8) Jacques-Alain Miller “Las contraindicaciones al tratamiento psicoanalítico” en El caldero de la escuela Nº69

0 comentarios:

Publicar un comentario